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sábado, 10 de julio de 2010

La Felicidad Objeto y propósito de nuestra existencia.

Excelente

"La felicidad es el objeto y propósito de nuestra existencia; y también será el fin de ella, si seguimos el camino que conduce a la felicidad; y este camino es virtud, justicia, fidelidad, santidad y obediencia a todos los mandamientos de Dios. Mas no podemos guardar todos los mandamientos si en primer lugar no los sabemos, y no podemos esperar saberlos todos, o saber más de lo que ya sabemos a menos que cumplamos o guardemos los que ya hemos recibido".

(José Smith, Enseñanzas, pág. 312)

Esta definición en la cual profundicé en el mensaje anterior, parece una simple receta, sin embargo, tanto hombres como mujeres, tanto jóvenes como viejos, tanto los que conocen el Evangelio, como los no miembros, parecen dedicar mucho tiempo y energía hacia la búsqueda de la felicidad. Buscan, siempre buscan y nunca parecen encontrar la pócima de la felicidad.

Al contemplar los diferentes caminos que muchos siguen para llegar a la felicidad, me he dado cuenta de que muchos, si no es que todos, han seguido el camino equivocado. A menudo la búsqueda ha sido sin tregua, pero no se concentran realmente en la felicidad, sino que se han conformado con situaciones de nivel inferior a la felicidad, como por ejemplo el placer. Porque la felicidad se encuentra cerca del gozo, pero lejos del placer. Aunque los elementos del placer pueden ser y a menudo son incluidos como elementos importantes, estas dos experiencias, el placer y la felicidad no son sinónimos, ni siquiera uno es un elemento del otro.

Recuerdo cuando era niño, mi abuela me llevaba frecuentemente al mercado y siempre me compraba un pequeño juguete, yo me sentía feliz. Un día le pedí a los reyes magos me trajeran un trenecito eléctrico, me concedieron mi deseo. Como con todos los juguetes que me compraron, mi felicidad no era duradera, una vez pasada la novedad, el juguete me aburría y lo hacía a un lado. Un día que quise jugar con mi trenecito, me di cuenta que las baterías habían soltado un líquido que había echado a perder mi trenecito. Así nos pasa con todo, desde mis juguetes de menos de un dólar, hasta el auto deportivo de 100,000 dólares. Las cosas materiales no producen la felicidad, pero sí llegan a poseernos y nos pueden producir mucha tristeza.

Pero siempre estamos en pos de esas cosas, el teléfono celular más moderno, la computadora más moderna, la ropa de moda, le televisión enorme de cuarzo líquido, la última película de Harry Potter, el disco de moda, en fin, tocaré el punto más adelante.

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