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lunes, 21 de junio de 2010

Estamos aquí para regresar a Nuestro Padre Celestial.

Jesus y el apostol

Una cosa singular me sucedió en 1984, durante las olimpiadas. Estábamos cuello a cuello contra los chinos. Era mi turno. Miré hacia la barra en lo alto, empecé a caminar. Es sorprendente lo que pasa por tu mente cuando estás caminando y nervioso en una situación como esa. Padre celestial, si me sacas de esto, seré bueno por el resto de mi vida. Yo lo decía en serio. Creo que siempre hacemos eso cuando estamos en situaciones de desesperación. Recuerdo haberme preguntado en medio de la competencia, ¿qué pasará si no lo hago bien? ¿seré un fracaso por el resto de la vida? ¿de todas maneras no va a funcionar, o sí? Ahora, me doy cuenta de que no sabemos en qué forma el Señor nos va a bendecir y solamente tenemos la responsabilidad de guardar los mandamientos a toda costa. me lancé e hice una rutina tal como en el gimnasio, porque ya la había hecho anteriormente. Me había preparado para ello. Hice la rutina y mi salida fue impresionante y por eso gané la medalla de oro y entonces pude ver a seis gimnastas brincando de gusto a la derecha de la plataforma. Habíamos ganado la medalla de oro. Habíamos tenido un sueño. Habíamos puesto nuestras metas altas, ni siquiera pensamos en qué podríamos lograrlas, pero las pusimos altas y entrenamos arduamente, tanto como podíamos, y lo logramos. en ese momento, tuve el sentimiento más maravilloso que hube tenido en la gimnasia. Me gustaría que se sintieran como yo me sentí, como se siente un campeón olímpico, que todo el mundo te mire y diga. Son los mejores del mundo. Es un sentimiento maravilloso, y sólo deseo que ustedes sepan una cosa más. Nunca digan, Yo nunca me voy a sentir como ellos.
Sólo ha sido suerte. Todos podemos tener un sentimiento, más y más grande, que ése, si guardamos los mandamientos y vivimos de la manera en que debemos vivir en esta corta existencia. Entonces seremos dignos de regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Ni siquiera puedo imaginar como sería ese sentimiento. Solo espero y es mi oración que podamos guardar los mandamientos y vivir de tal manera de que podamos ser dignos de esa maravillosa bendición y ese maravilloso sentimiento.
No estamos aquí para ser campeones olímpicos. No estamos aquí para ser grandes médico, abogados u hombres de negocios. No estamos aquí para ser ricos y famosos. No estamos aquí para ser grandes personajes políticos. Estamos aquí para probarnos a nosotros mismos de que somos dignos de regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial.

(Peter Vidmar, Go for the Gold)

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