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viernes, 12 de noviembre de 2010

Os instamos a que permanezcáis limpios, sin contaminación, puros.

Moroni

Y con respecto a una de las maldades más destructivas de Satanás, amonestamos vigorosamente a todos nuestros miembros, desde la niñez hasta la ancianidad, que se cuiden de las cadenas de la servidumbre, padecimiento o remordimiento que resultan del uso indebido del cuerpo.

El cuerpo humano es el hogar sagrado para el espíritu que es el Hijo de Dios, y su manipulación injustificada o su profanación sólo pueden ocasionar remordimiento y pesar. Os instamos a que permanezcáis limpios, sin contaminación, puros.

El apóstol Judas dice: "En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos" (Judas 18), junto con el apóstol Pedro os instamos a que "os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Pedro 2:11 ). No deben existir exposiciones indecentes del cuerpo, ni pornografía, ni otras aberraciones que corrompen la mente y el espíritu; tampoco el manoseo del cuerpo ya sea el propio o el de otra persona, ni las relaciones sexuales, excepto dentro de los debidos vínculos conyugales. Esto está terminantemente prohibido por nuestro Creador en todo lugar y en toda época, y nosotros lo reafirmamos. Hasta en el matrimonio puede haber algunos excesos y tergiversaciones. Ninguna auto justificación al respecto podrá conformar a un Padre Celestial desilusionado. En relación con esto citamos palabras de un conocido evangelista norteamericano:

"La Biblia aprueba la función sexual y su uso debido, y la presenta como algo creado, ordenado y bendecido por Dios. Aclara que Dios mismo implantó la atracción física entre los sexos por dos motivos: para la propagación de la raza humana y para la expresión de esta clase de amor entre el hombre y la mujer, que constituye la verdadera unidad. Su mandamiento a la primera pareja de ser 'una sola carne' fue tan importante como su precepto de fructificad y multiplicaos".

La Biblia aclara que la maldad, mando se refiere a la función sexual, no significa el uso de algo inherentemente corrupto, sino el abuso de algo puro y bueno. Claramente enseña que la función sexual puede ser un siervo maravilloso, pero un amo terrible; que puede ser una fuerza creadora más potente que cualquier otra en la formación del amor, el compañerismo y la felicidad, o, por el contrario, la más destructiva de todas las fuerzas de la vida" (Billy Graham, Reader's Digest, mayo de 1970, pág. 118).

Nuevamente reafirmamos nuestra fuerte e inalterable posición contra la incontinencia en todas sus muchas manifestaciones.

(Spencer W. Kimball, Conferencia General, abril de 1974)

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