“En toda la tierra no hay substituto alguno del trabajo productivo, que es el proceso por el cual los sueños se convierten realidad y las visiones se convierten en dinámicos logros.
La mayoría de nosotros somos haraganes por naturaleza; preferimos divertirnos a trabajar… Un poco de diversión y un poco de ocio son buenos; pero lo que hace destacar la vida de una mujer o un hombre es el trabajo… El trabajo es lo que nos provee el alimento que nos nutre, la ropa que usamos, la casa en la que vivimos… si queremos progresar y prosperar [individual y colectivamente]… no podemos negar la importancia del trabajo de manos diestras y de mentes instruidas.”
(Gordon B. Hinckley, Liahona, marzo de 1993, pág. 5)
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