"Se nos da la opción de vivir en el mundo físico, como los animales, o de utilizar lo que la tierra nos ofrece como medio de vivir en el entorno espiritual que nos llevará de regreso a la presencia de Dios.
Esto significa específicamente:
Si optaremos por el egoísmo o si nos negaremos a nosotros mismos por el bien de los demás.
Si nos entregaremos a la satisfacción de los apetitos y pasiones, o si cultivaremos la prudencia y el autodominio.
Si optaremos por el libertinaje o por la castidad.
Si fomentaremos el odio o el amor.
Si practicaremos la crueldad o la bondad.
Si seremos escépticos u optimistas.
Si seremos traidores -desleales a los que nos aman, a nuestra patria, a la Iglesia o a Dios- o leales.
Si seremos deshonestos u honrados.
Si tendremos una lengua afilada o dominada."
(David O. McKay, Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia, pág. 16)
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