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jueves, 14 de julio de 2011

El Orgullo según: El Apóstol Dieter F. Utchdorf.

President Dieter F. Uchtdorf

Permítanme concluir con las palabras del mensaje inspirado del presidente Ezra Taft  Benson de hace veintiún años:
“El orgullo es la gran piedra de tropiezo para Sión. “Debemos limpiar lo interior del vaso venciendo el orgullo…. “Debemos someternos ‘al influjo del Santo Espíritu’, despojarnos ‘del hombre natural’ orgulloso, convertirnos en santos por medio de ‘la expiación de Cristo el Señor’ y volvernos ‘como un niño: sumiso, manso, humilde’… . “Dios quiere un pueblo humilde… ‘Benditos son aquellos que se humillan sin verse obligados a ser humildes’….
“Tomemos la decisión de ser humildes. Podemos hacerlo; yo sé que podemos”.

Mis amados hermanos, sigamos el ejemplo de nuestro Salvador y tendamos la mano para servir en vez de procurar la alabanza y el honor de los hombres. Mi ruego es que reconozcamos y desarraiguemos el orgullo vil de nuestro corazón y que lo reemplacemos con “la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, [y] la mansedumbre”

 

(Dieter F. Utchdorf, Conferencia General, octubre 2010, Sesión del Sacerdocio)

la Humildad de los Niños.

Los Ninos

Me he dado cuenta que los niños son más propensos a aceptar de forma natural el dolor y el sufrimiento; ellos lo soportan en silencio con humil­dad y mansedumbre. He sentido un hermoso y dulce espíritu alrededor de estos pequeñitos.

Sherrie, que tiene trece años, tuvo una cirugía de 14 horas para remo­verle un tumor de la médula espinal. Al recobrar el conocimiento en la sala de cuidados intensivos, ella dijo: “Papi, la tía Cheryl está aquí y el abuelo Norman y la abuela Brown están aquí. Papi, ¿quién es esa persona que está al lado tuyo? Se parece a ti pero es más alto. Dice que es tu hermano Jimmy”. Su tío Jimmy había fallecido a la edad de 13 años de fibrosis cística.

“Por casi una hora, Sherrie des­cribió a sus visitantes, todos ellos miembros de la familia que ya habían fallecido. Después, exhausta, se quedó dormida”.

Más tarde le dijo a su padre: “Papi, todos los niños aquí en la unidad de cuidados intensivos tienen ángeles que los ayudan” .

A todos nosotros el Salvador ha dicho:

“He aquí, sois niños pequeños y no podéis soportar todas las cosas por ahora; debéis crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad.

“No temáis, pequeñitos, porque sois míos…

“Por tanto, estoy en medio de voso­tros, y soy el buen pastor” .

Nuestro gran desafío individual en esta tierra es llegar a ser “santo[s] por la expiación de Cristo” . Posiblemente este proceso se mida más cuando ustedes y yo sentimos dolor. En la adversidad extrema podemos llegar a ser como niños en nuestro corazón, humillarnos y “orar, trabajar y espe­rar” pacientemente por la sanación de nuestra alma y nuestro cuerpo. Al igual que Job, después de ser perfec­cionados mediante nuestras pruebas, nosotros “[saldremos] como oro” .

( Kent F. Richards, Liahona, mayo de 2011, pág. 17)

Mi regreso de nuevo..

 

Quiero disculparme con todo ustedes amigos mío porque no había escritos estos mensaje tan positivos en el blog por motivo de trabajo, estaba muy ocupado que no tenia tiempo para ello, pero ahora por lo menos escribiré mas a menudo sobre lo que esta haciendo, ok.

Agradezco su compresión ante todo, así que por favor la vida sigue: les dejo este mensaje de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

He llegado a aprender de primera mano, que un muy poderoso y duradero espíritu germina sobre la obra de buscar nombres en los registros y de la historia de las vidas de nuestros antepasados. Durante algunos años una gran porción de mis plegarias y esfuerzos ha sido dedicada a la obra del templo y genealogía de la Iglesia.

Hay algo al respecto que podemos sentir pero no podemos explicar, un espíritu dinámico, que nos insta hacia adelante, como si alguien nos suplicara que no lo perdamos o que no lo olvidemos.

Hace algunos años una madre me contó la historia de su vida. Su esposo la abandonó con un niño al que tuvo que criar. Cuando el niño tenía nueve años contrajo una infección mortal. De alguna manera él se dio cuenta, en su mente de niño, que no viviría. Y durante las últimas dos o tres semanas se aferró a su madre diciéndole: ¿mamá, verdad que no te olvidarás de mí?, por favor mamá, no me olvides. Mamá, yo nunca seré olvidado, ¿lo seré?.

Me sentí profundamente conmovido, porque me di cuenta de que en la súplica de este pequeño niño, se muestra algo de los sentimientos de cada uno de nosotros, esperando que de alguna manera, al final seamos recordados, esperando que algo habrá de lo que hayamos hecho, que valga la pena recordar. Seguramente nuestros antepasados también lo sienten así.

(Boyd K. Packer, Memorable stories with a message, págs. 5-6)