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lunes, 24 de enero de 2011

La Felicidad.

Existos

“Algo de lo cual debemos estar seguros es que ni aquí ni en la vida venidera vamos a obtener de la noche a la mañana, cualidades que no hayamos cultivado o de obtener una forma de vida para la cual no nos hemos preparado. Nuestro gozo en el reino de Dios será una extensión natural de la felicidad que cultivemos en esta vida”.

(Jack H. Goaslind, Ensign, mayo de 1986)

Pienso que la felicidad esta en sentirse bien con uno mismo, con lo que tenemos y cultivamos a diario en la vida, tener tu espacio y compartirlo con las personas que quieres, eso es ser feliz, aunque hay muchas manera de hacerlo con dinero o sin dinero, pero lo mejor es vivir la vida a la manera del Evangelio de Jesucristo para ser aun mas feliz, aunque la felicidad debe de empezar desde nuestra juventud a provechar cada día de ella, esforzándonos por vivir del conocimiento para dar los frutos futuros que queremos en la vida, pienso en eso cada día aunque nunca es tarde para ser feliz si todavía no se ha experimentado, pero la felicidad esta en llevar una vida sana sin maldad a nuestro prójimo sobre todo eso te libera de todo.

así que muchas gracia por su atención a este blog personal, tenga un feliz años nuevo y puedan cumplir sus metas en este 2011.

Escribió.

Frank Guadamuz.

Que no se nos vaya a la cabeza.

President Dieter F. Uchtdorf

Cuando se me llamó como Autoridad General, tuve la bendición de tener como mentores a muchas de las Autoridades Generales de más antigüedad en la Iglesia. Un día, tuve la oportunidad de llevar al presidente James E. Faust en automóvil a una conferencia de estaca. Durante las horas que estuvimos en el automóvil, el presidente Faust tomó tiempo para enseñarme algunos principios importantes sobre mi asignación. Me explicó también cuán corteses son los miembros de la Iglesia, en especial con las Autoridades Generales. Dijo: “Lo tratarán muy amablemente, y dirán cosas agradables de usted”. Se rió un poco y luego dijo: “Dieter, esté agradecido por ello; pero que nunca se le vaya a la cabeza”.
Ésa es una buena lección para todos nosotros, hermanos, en cualquier llamamiento o situación de la vida. Podemos estar agradecidos por nuestra salud, riquezas, posesiones o posición, pero cuando se nos empieza a ir a la cabeza, cuando nos obsesionamos con nuestra posición social, cuando nos centramos en nuestra propia importancia, poder o reputación; cuando nos concentramos demasiado en nuestra imagen pública y creemos lo que otras personas dicen de nosotros, es entonces que comienza el problema; es entonces cuando el orgullo empieza a corromper.
Hay muchas advertencias sobre el orgullo en las Escrituras: “Ciertamente la soberbia producirá contienda, pero con los bien aconsejados está la sabiduría”.
El apóstol Pedro advirtió que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Mormón explicó: “Nadie es aceptable a Dios sino los mansos y humildes de corazón” . A propósito, el Señor escoge a “lo débil del mundo… para avergonzar a lo fuerte”. El Señor hace esto para mostrar que Su mano está en Su obra, no sea que “ponga[mos] [nuestra] confianza en el brazo de la carne”.
Somos siervos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. No se nos da el sacerdocio para recibir reconocimiento y deleitarnos en los cumplidos. Estamos aquí para arremangarnos y ponernos a trabajar. Estamos enlistados en una labor extraordinaria. Somos llamados a preparar el mundo para la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. No procuramos nuestra propia honra, sino traer alabanza y gloria a Dios. Sabemos que la contribución que podemos hacer por nosotros mismos es pequeña; no obstante, conforme ejercemos el poder del sacerdocio en rectitud, Dios puede hacer que se lleve a cabo una obra maravillosa mediante nuestros esfuerzos. Debemos aprender, como lo hizo Moisés, que “el hombre no es nada” por sí mismo, pero que “para Dios todo es posible”.


(Dieter F. Utchdorf, Conferencia General, octubre 2010, Sesión del Sacerdocio)

miércoles, 12 de enero de 2011

Nuestro vida de ejemplo

Gordon B Hinkley (prophet)

“Mediten sobre lo que hayan leído. Mediten sobre su vida: ¿son dignos? ¿Viven de acuerdo con los mandamientos? ¿Hacen un poco de trampa? Eso no está bien; no pueden hacerlo . . . ¿Miran un poquito de pornografía? No pueden hacerlo . . .  ¿Pierden el tiempo en cosas inútiles? No pueden hacerlo. Están preparándose para la eternidad. ¿Son deshonestos con su empleador en cualquier cosa? No pueden hacerlo . . . ustedes son líderes. Son un ejemplo para los demás. Enderecen su vida. Piénsenlo, hermanos, piensen sobre eso”.

(Gordon B. Hinckley, Conferencia Regional, Boston, Massachusetts, 22 de abril de 1995)

La fe es lo mas extraordinario.

Richard G Scott

Cuando la fe se entiende y se utiliza apropiadamente, tiene resultados de alcance extraordinario. Ese tipo de fe puede transformar la vida de una persona de actividades diarias sentimentales y corrientes a una sinfonía de gozo y felicidad. El ejercicio de la fe es vital para el plan de felicidad del Padre Celestial. Pero la verdadera fe, la fe para salvación, se centra en el Señor Jesucristo, es la fe en Sus doctrinas y enseñanzas, fe en la guía profética del ungido del Señor, fe en la capacidad de descubrir características y rasgos escondidos que pueden transformar la vida. Verdaderamente, la fe en el Salvador es un principio de acción y poder.

(Richard G. Scott, Liahona, noviembre de 2010, pág. 43)